miércoles, 26 de junio de 2019

Tenemos que hablar de Kevin

 -Título: Tenemos que hablar de Kevin

-Título original: We Need to Talk About Kevin

-Autor: Lionel Shriver

-Traductor: Javier Calzada

-Año de publicación: 2007

-Año de publicación original: 2003

-Número de páginas: 607

-Reseña: 

  La historia está contada mediante las cartas que Eva le escribe a su marido, del cual, hasta el final del libro, no se sabe si ha muerto o solo se han divorciado. La primera carta la escribe el 8 de  noviembre de 2000 y la última el 8 de abril de 2001, siendo este día el aniversario de la masacre provocada por su hijo Kevin.

  Eva va narrando las distintas historias de su vida en familia, desde antes del nacimiento de su hijo hasta aquel jueves, como lo nombra ella a lo largo de las cartas. Franklin es quien realmente desea tener hijos, por lo que, finalmente su mujer, acaba decidiendo tenerlo. No obstante, su marido la priva de cualquier actividad que a ella le gustara durante el embarazo, llegando a obsesionarse por el bien de su futuro no nato. Una vez que nace el niño, Eva siente un rechazo recíproco, notando que su hijo no la quiere desde el momento de su nacimiento. Eva decide dejar al tiempo su trabajo a un lado para cuidar a su hijo, pues ninguna niñera quiere seguir cuidándolo debido a su mal carácter.

   Kevin es un niño difícil, que avanza sus avances los hace sin estar su padres delante, tardando mucho en hablar o dejar de usar el pañal. Ya desde su más tierna infancia, Eva nota que su hijo tiene algo de maldad y cada vez que ésta se lo comenta a su marido, él la acusa, defendiendo siempre a su hijo. Todo lo que rodea a su adorado Kevin no es causado por él, sino casualidades o falsas acusaciones. Su hijo es un niño que no siente apego hacia nada y que no parece disfrutar de ninguna actividad o comida.

  Años después, Eva decide volver a ser madre y, en esta ocasión, no tiene el apoyo de su marido. Cuando nace Celia, se siente una verdadera madre.
 
  Los incidentes que rodean a Kevin siguen ocurriendo, causando la decisión de separarse a sus padres, pues Franklin y Eva siguen sin tener el mismo punto de vista sobre su hijo. Aunque, después de esta decisión, escuchada por su hijo, su matrimonio mejora notablemente.

   Finalmente, el 8 de abril de 1999, Kevin asesina a varios de sus compañeros de clase en el gimnasio de su instituto así como a una profesora, pasando a ser conocido como KK (pues su apellido es Khatchadourian)

   Eva narra la historia a su marido desde su perspectiva, intentando analizar si es la culpable de que su hijo se convirtiera en un asesino y explicando que nunca se sintió unida a su hijo de la misma manera que él, ya que Kevin se portaba de forma diferente con sus padres.

  Durante las cartas, Eva mezcla sucesos de diferentes etapas de la vida de su hijo, con algunas antes de él, con momentos del juicio o con su presente. Habla con nostalgia de sus años viajando por el mundo para hacer sus guías de viaje.

   La historia, a mi parecer, transcurre lenta y pesadamente, lo que me causó que tardara mucho tiempo en lograr acabarme el libro. En varias partes de los recuerdos, se llega a detestar a los personajes, dando a parecer que Kevin es una especie de castigo para la pareja. El crío disfruta haciendo sufrir a su madre y fingiendo ser un hijo modélico ante su padre, quien jamás cree a su mujer ni a nadie que intente romper su imagen de hijo perfecto.

  El formato carta no ayudó a avanzar con rapidez por la narración, ya que sus monólogos eran largos, creando párrafos muy extensos y con diálogos casi inexistentes. La protagonista utiliza múltiples metáforas en sus cartas. Es un personaje que detesta vivir en su país, no sintiéndose americana debido a su procedencia armenia, sintiéndose en ocasiones superior a sus vecinos, lo que es utilizado por Kevin para hacerla sentir mal. Con su hijo siempre se muestra fría y distante, buscando motivos para mostrarle a su marido la verdad del crío. Kevin es un chico que no muestra compasión o sentimiento alguno, es un personaje gris que parece solo disfrutar del dolor ajeno, lo que no llega a hacerte extrañar que cometiera aquella matanza en su instituto. Franklin, por su parte, es un padre cegado con su imagen de hijo perfecto que vive en exclusiva para su trabajo e intentar hacer feliz a su hijo, lo que le provoca grandes discusiones con su mujer al no estar de acuerdo con ella y acusarla de loca por creer que su querido niño es malvado. Cecilia es una niña tímida que le teme a todo y que siempre está pegada a su madre e idolatra a su hermano mayor, siguiéndolo a todas partes. Todos los personajes tienen unas fuertes personalidades, extremas algunas veces.

  La novela, en si, no es mala, pero se hace de lectura muy lenta y que tarda en enganchar, pues al ser una historia con un carácter oscuro, se espera otra cosa de ella. El libro podría ser perfectamente una historia real, que el autor recoge excelente, dando datos también de otras matanzas ocurridas en aquella época en todo el país americano. Desde un principio te muestra que se puede nacer siendo malvado, aunque al final, siempre hay quienes se redimen de sus actos.